El cultivo de las
hortalizas en España está documentado desde el Imperio Romano por nuestro
compatriota Columela en su obra ‘Los doce libros de Agricultura’. Nacido en
Cádiz, en la primera centuria de nuestra era (año 42 d.c.), Columela ya citaba
la mayoría de las hortalizas conocidas por nosotros hoy en día: coles,
achicorias, lechugas, cebollas, puerros, ajos, acelgas, alcachofas, espárragos,
guisantes, habas, zanahorias y otras raíces como nabo, rabanito y
remolacha de mesa. Columela es un autor recomendable para todos los
propietarios de fincas, de hecho a principios del siglo XIX se le seguía
traduciendo y en el XX se reeditaba (Ver abajo), pues abunda en todos los asuntos que atañen al manejo
de las mismas. Hay muchos de los temas que toca que siguen siendo muy actuales, por ejemplo, Columela recomienda
que el dueño tiene que hacer visitas frecuentes a la finca y entre otras cosas
controlar para que el capataz no maltrate a los esclavos que trabajan para la
propiedad, pues de ese buen trato depende en gran medida los beneficios económicos
del dueño. Cámbiese ‘esclavo’ por ‘operario’ y se verá lo actual del tema y el
sentido social, por supuesto interesado de ese propietario, pero del que carecen, todavía en
el siglo XXI, algunos empresarios.
Las hortalizas que se
introdujeron a partir del Descubrimiento de América fueron tomate, pimiento,
patata, judía, maíz, calabazas, pepinos…... ¿Qué nos queda? Las que introdujeron los árabes, quizás las
más sobresalientes sean la berenjena, la calabaza vinatera, la sandía y algún
melón, también una
judía que fue sustituida por la que después se trajo de América. Pero desde luego los árabes no fueron los padres de nuestra horticultura, como
a veces se dice, ni de las canalizaciones de riego. Los iberos ya pleiteaban por el agua
del río Ebro.
Otro compatriota de la
época de los romanos es Marco Valerio Marcial, natural de Bilbilis, cerca de la
actual Calatayud (Zaragoza). También tenía afición al agro pero de otra forma.
Es decir, como los nobles romanos que cuando se retiraban de la vida pública lo
hacían a una villa donde disfrutar de la vida en el campo hasta su vejez. Con
esa misma trayectoria vamos los jubilados actuales cuando la salud nos lo
permite.
Columela L.J.M. 42. Los
doce libros de agricultura. Edición facsímil de la traducción al castellano de
J.M. Álvarez de Sotomayor y Rubio (1824). Sociedad Nestlé. Santander, 1979.
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