viernes, 13 de diciembre de 2013

EL CARDO


También podemos referirnos a él como cardo de huerta y en América, a veces, se le conoce como cardo de Castilla, ya que fue introducida allí por los españoles.
Las partes comestibles del cardo son las pencas, es decir, los pecíolos de las hojas; pero las internas que son las más tiernas. La ternura y el color claro de las pencas se consiguen después de un periodo de blanqueo que el agricultor realiza por diversos métodos en el campo de cultivo. Lo más sencillo es recoger y atar todas las hojas, manteniéndolas así entre uno y dos meses antes de la cosecha. En ese tiempo, la falta de luz hace blanquear a todas las hojas interiores y particularmente a las de nuevo crecimiento.

 
Cardos atados para blanqueo
 

Tras el blanqueo se corta la mata y se limpia de las hojas más externas, hasta que llegamos a las de color verde claro o blanquecino. En general, cuanto más blancas sean las pencas más internamente se han desarrollado y, por tanto, más tiernas son.

 
Manojo comercial de cardo
 

Hay que decir que en algunas zonas, como Valencia, el cardo no se blanquea, ya que se hace un consumo algo distinto, más de puchero que como hortaliza. En realidad, solo en el valle medio del Ebro (Aragón, Rioja, Navarra y aledaños) se dan las condiciones más adecuadas para el cultivo del cardo como hortaliza y donde se concentra la mayor parte de la industria conservera. La conserva en frasco de las porciones de cardo ya cocido y listo para arreglar, se está haciendo últimamente muy populares en nuestro país por su gran calidad. Ésta, como en el caso de la alcachofa, viene asociada al grado de blanqueo, siendo el más blanco el más apreciado. 
 
Conserva de calidad
 
 
También se puede congelar

Clasificaciones.

1. Amargos y dulces.
Uno de los problemas que tiene el consumo de cardo es su posible amargor. Parece ser que éste se debe a principios químicos no identificados que desaparecerían de la planta por efecto de las heladas. Por eso, los entendidos dicen que no hay que consumirlo hasta que no se hayan producido las primeras heladas. De todas formas, si se utiliza antes de las heladas, un consejo es cambiar el agua de hervido un par de veces antes de servirlo.
Realmente, el hecho de que en el Valle del Ebro y alrededores tengamos unos inviernos más rigurosos, podría ser la clave de que su cultivo esté ligado a esta zona. Y de que sea el primer plato de la cena de Nochebuena.


 
Cardos cubiertos de nieve
 
2. Verdes y blancos. Tiernos y fibrosos.
Si dejamos a un lado las variedades para puchero, como puede ser la variedad ‘Blanco de Valencia’, tenemos dos importantes variedades de huerta que son ‘Verde de Peralta’  y ‘Blanco Lleno sin Pinchos’. Pero prácticamente todas las localidades del área del Ebro, tienen su propia variedad de cardo, casi todas dentro de esas dos grandes variantes de Verdes y Blancos, que en realidad son respectivamente verde oscuro y verde claro.
Las denominaciones de Verdes y Blancos se deben a que las variedades, antes del blanqueo, pueden ser ya de por sí más o menos blanquecinas. Cuanto más blancas son, es menos necesario llegar a las pencas más profundas para obtener pencas blancas. Esto quiere decir que si en las variedades Blancas no es necesario llegar al interior de la mata para conseguir las pencas adecuadas para el consumo, estaremos utilizando pencas blancas intermedias que son más fibrosas. Por eso, los entendidos dicen que prefieren consumir la pencas procedentes de las variedades que antes del blanqueo son de color verde oscuro, que las que son verde claro, pues eso les asegura unas pencas más tiernas, por proceder de una parte más interna de la planta. Por otro lado, existe un truco para detectar el grado de ternura en un cardo antes de su consumo. Basta con observar en un corte transversal la consistencia de la penca. Cuanto más llena esté más tierna es, o cuantos más huecos veamos más fibrosa resultará.
 
 
Gradiente de pencas llenas a huecas

3. Rojos o violetas.

También se conocen cardos con la penca tintada de violeta, como el ‘Rojo de Agreda’, el ‘Rojo de Corella’, el ‘Rojo de Tauste’, etc. Curiosamente estos rojos son tradicionalmente reservados, en sus pencas más tiernas, para su consumo en ensalada. Probablemente la presencia de los pigmentos antociánicos les dan un sabor más deseable para su consumo en crudo. También en Francia reservan los rojos para ensalada y, precisamente allí, a este tipo de cardo le llaman ‘Cardo de España’.
 
 
Pencas blancas

 
Pencas violetas procedente de cardo rojo
 
 
4. De hoja hendida y hoja de alcachofa.

En principio, aunque la hoja sea muy diferente, los cardos de hojas hendidas no tienen diferencias sustanciales con los de hoja ancha tipo alcachofa.
 
A la izda. hoja tipo alcachofa y a la dcha. típica hoja hendida del cardo.
 
 
Bueno estamos en el momento de comprar un cardo para la cena de Nochebuena. Una vez limpio y cocido le va mucho arréglalo con una salsa bechamel salpicada de piñones, almendra picada, etc.. Así resulta muy, muy digestivo. Vamos que deja el estómago entonado para el segundo plato. Que aproveche.
 
 
 
 
 
 

 

 
 
 
 
 

sábado, 7 de diciembre de 2013

ODA A LA ALCACHOFA DE PABLO NERUDA.


Seguramente que los europeos también introdujeron la alcachofa en Chile. Como prueba esta magnífica oda del premio nobel chileno. Que la disfruten. No todo va ser horticultura.


ODA A LA ALCACHOFA

La alcachofa de tierno corazón se vistió de guerrero, erecta, construyó una pequeña cúpula, se mantuvo impermeable bajo sus escamas, a su lado los vegetales locos se encresparon, se hicieron zarcillos, espadañas, bulbos conmovedores, en el subsuelo durmió la zanahoria de bigotes rojos, la viña resecó los sarmientos por donde sube el vino, la col se dedicó a probarse faldas, el orégano a perfumar el mundo, y la dulce alcachofa allí en el huerto, vestida de guerrero, bruñida como una granada, orgullosa, y un día una con otra en grandes cestos de mimbre, caminó por el mercado a realizar su sueño: la milicia. En hileras nunca fue tan marcial como en la feria, los hombres entre las legumbres con sus camisas blancas eran mariscales de las alcachofas, las filas apretadas, las voces de comando, y la detonación de una caja que cae, pero entonces viene María con su cesto, escoge una alcachofa, no le teme, la examina, la observa contra la luz como si fuera un huevo, la compra, la confunde en su bolsa con un par de zapatos, con un repollo y una botella de vinagre hasta que entrando en la cocina la sumerge en la olla. Así termina en paz esta carrera del vegetal armado que se llama alcachofa, luego escama por escama desvestimos la delicia y comemos la pacífica pasta de su corazón verde.

Pablo Neruda
 
 
Dos aguerridas alcachofas
 
 

Por cierto, parece que María cocina la alcachofa entera. O quizás es una licencia poética.