sábado, 19 de octubre de 2013

LOS COLORES DEL PIMIENTO


PIMIENTOS: Rojos, anaranjados, amarillos, verdes, blanco-marfil, morados y negros.

 
Los frutos inmaduros de pimiento suelen ser verdes, aunque en Centroeuropa los hay también amarillos e incluso color marfil. Los pimientos maduran en color rojo pero también en anaranjado y amarillo, éstos muy corrientes en Italia, y en muy contadas ocasiones, morados y negros como las berenjenas.
Así que hay diferentes evoluciones en la maduración de los frutos de pimiento, la más corriente de verde a rojo.

 
Figura 1
                                                                                      

También de verde a naranja, pasando por amarillo.

 
Figura 2
 
 
 
Desde el punto de vista del consumidor sobre todo importa el color maduro, ya que los colorantes rojos son carotenos (provitamina A) de gran efecto beneficioso en la salud. Se encuentran en mayor cantidad en los frutos rojos que en los amarillos o anaranjados. Así que se puede elegir. En principio, los rojos tienen más antioxidantes carotenoides que los anaranjados, pero conozco algún caso de personas a las que los rojos les resultan indigestos y no ocurre así con los que maduran en naranja.

Respecto al color inmaduro, depende del contenido en pigmentos clorofílicos y puede ir de color prácticamente blanco (ausencia de clorofila) a amarillos y verdes. En principio, al contenido en clorofila, tan abundante en las plantas, se le suele reconocer  diversas propiedades antioxidantes, con efectos beneficiosos para la salud. A continuación tenemos un ejemplo de blanco marfil inmaduro virando a rojo.

 
Figura 3


                                                                                                    
Finalmente los colores morados pueden tener dos orígenes. En estado inmaduro por la presencia de antocianinas que ocultan el verde, así que tenemos dos pigmentos colorantes presentes en el fruto, clorofila y  antocianinas. En la figura siguiente se observa el desarrollo de las antocianinas sobre el verde de los frutos. En realidad este fenómeno solo se produce si la planta de pimiento pasa frío.

 
 
Figura 4
 
 
En estado maduro el color morado no se debe a los pigmentos antociánicos sino a que en el proceso de maduración a rojo, la presencia de un gen muy particular impide la degradación de la clorofila que unida a los carotenos producen un color entre morado y negro. En la figura 5 el fruto de la derecha en realidad tiene pigmentos carotenoides rojos pero la no degradación de la clorofila da el color negro. Es decir, verde más rojo igual a negro.

 
Figura 5

Prácticamente todas estas variaciones en color, tan perceptibles al ojo humano, son producidas por caracteres monogénicos.

En España, tradicionalmente, el color determina el tipo de consumo. Así, los frutos rojos suelen asarse, deshidratarse o, una vez en este estado, se muelen para producir pimentón. También se pueden consumir frescos en ensaladas. Los verdes y amarillos, según variedades, se fríen, encurten o también se utilizan crudos en ensaladas. Pero más adelante volveremos sobre este tema.

 








 




 


 
 
 


domingo, 6 de octubre de 2013

LA BORRAJA


Y, claro, siendo este blog zaragozano hay que hablar de la borraja.

Las primeras referencias escritas de la borraja, como de tantas otras especies, se deben a los griegos, pero ni esta cultura ni la de romanos o los hispanoárabes, hicieron referencia a su cultivo sino a sus propiedades medicinales. No obstante, dada su popularidad actual y casi exclusiva en todo el valle del Ebro, particularmente en Aragón, podemos suponer que fue en esta zona donde se aclimató para su cultivo. En el resto de España y en Europa la borraja es conocida como planta medicinal. Así que hay que decir bien alto que, así que como en el Asia mesopotámica se domesticó el trigo y otros cereales, y en Méjico los pimientos, tomates, etc., los antiguos pobladores del valle del Ebro, seguidos por los actuales agricultores, tienen el mérito de haber domesticado la borraja. Pongámonos, pues, una medalla, aunque sea más pequeña que la de los mesopotámicos o los aztecas.

Raro es el habitante de las riberas del Ebro que no le gusta la borraja por su reconocida ligereza y beneficios digestivos. Mis hijos que se han criado en la zona y ahora viven fuera de Aragón, cuando vuelven, lo primero que piden a su madre es un plato de borrajas.

Como este blog también va dirigido a todos los públicos, con perdón de los habitantes del valle del Ebro, voy a tratar de reflejar aspectos que seguramente son desconocidos para otras personas.
 
Las partes comestibles de la borraja son los pecíolos de las hojas, es decir, la misma porción que se consume en el cardo de huerta, aunque en el caso de la borraja no es necesario el blanqueo. El hortelano busca un buen desarrollo longitudinal de los pecíolos que forman un ramillete que es lo que se comercializa, ya como planta entera, ya el mismo ramillete desprovisto de los limbos de las hojas. Últimamente también se presentan los pecíolos troceados en bandejas, listos para ser hervidos, que es la forma habitual de preparación junto con unos trozos de patata, para después aliñarlos con un buen aceite de oliva. A veces, la planta sobrepasa el momento ideal de comercialización y en el centro del ramillete termina desarrollándose el escapo floral, constituido por una serie de tallos huecos que, cuando están tiernos, son tan comestibles como los pecíolos. A mí personalmente me parecen más sabrosos que los pecíolos convencionales.
 
 
Figura 1. Matas de borraja recién cosechadas para su mercadeo.
                            
 
El nombre común y el de la especie botánica (Borrago officinalis) hacen referencia a una característica típica de estas plantas, de presentar una especie de borra que puede llegar a ser pinchuda. Ello evidentemente dificulta su preparación que antiguamente, aún hay gente que lo hace, requería su pelado con guantes. Sin embargo, hoy en día ya no es necesario debido a varias circunstancias producto de la modernidad, que sin duda han favorecido el incremento de su consumo. Dichas circunstancias son la aparición de la olla a presión, cuya intensa cocción hace desaparecer la borra existente, el cultivo en invernadero, que proporciona un ambiente a la planta mucho más benigno que el del aire libre, lo que se traduce en el desarrollo de una borra mucho más suave (De hecho, las plantas cultivadas al aire libre suelen ser más pinchudas que las de invernadero, pero para mi gusto son más sabrosas) y los pecíolos troceados en bandejas, listos para ser hervidos como se ha apuntado más arriba.
 
 
Figura 2. Borra en el borde de la hoja de borraja
 

 
Figura 3. Cultivo de borraja en invernadero.
 
Si la planta de borraja ha llevado un cultivo normal, debe presentar unos pecíolos largos, de más de un palmo, mejor entre 40-50 cm, y que como mucho haya empezado a echar el escapo floral. Debe presentar un aspecto fresco y turgente. Si se presenta con las hojas completas, éstas no deben amarillear y estar tersas. Si la planta tiene los pecíolos cortos, el escapo floral muy desarrollado y presenta limbos amarillentos, lo más seguros es que obtengamos un producto fibroso.
En una próxima entrega (*) repasaremos aspectos dietéticos y culinarios. Entre ellos una receta novedosa, pues no la he encontrado en ninguna otra parte.

(*) Más información en la entrada de este blog de 3/12/2014.