Seguramente que los europeos también introdujeron la alcachofa
en Chile. Como prueba esta magnífica oda del premio nobel chileno. Que la
disfruten. No todo va ser horticultura.
ODA A LA ALCACHOFA
La alcachofa de tierno corazón se vistió de guerrero,
erecta, construyó una pequeña cúpula, se mantuvo impermeable bajo sus escamas,
a su lado los vegetales locos se encresparon, se hicieron zarcillos, espadañas,
bulbos conmovedores, en el subsuelo durmió la zanahoria de bigotes rojos, la
viña resecó los sarmientos por donde sube el vino, la col se dedicó a probarse
faldas, el orégano a perfumar el mundo, y la dulce alcachofa allí en el huerto,
vestida de guerrero, bruñida como una granada, orgullosa, y un día una con otra
en grandes cestos de mimbre, caminó por el mercado a realizar su sueño: la
milicia. En hileras nunca fue tan marcial como en la feria, los hombres entre
las legumbres con sus camisas blancas eran mariscales de las alcachofas, las
filas apretadas, las voces de comando, y la detonación de una caja que cae,
pero entonces viene María con su cesto, escoge una alcachofa, no le teme, la
examina, la observa contra la luz como si fuera un huevo, la compra, la
confunde en su bolsa con un par de zapatos, con un repollo y una botella de
vinagre hasta que entrando en la cocina la sumerge en la olla. Así termina en
paz esta carrera del vegetal armado que se llama alcachofa, luego escama por
escama desvestimos la delicia y comemos la pacífica pasta de su corazón verde.
Pablo Neruda
Dos
aguerridas alcachofas
Por cierto, parece que María cocina la alcachofa entera. O
quizás es una licencia poética.
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