La cebolla, ajo y puerro son conocidos desde muy antiguo
en todo el mediterráneo. Las primeras referencias se han encontrado en tumbas
egipcias.
Los ajos se consumen a partir de
los bulbos tradicionales, en fresco, fritos, asados, etc, pero también se
consumen deshidratados en polvo y tiernos (ajetes).
Los bulbos de cebolla y ajo deben
ser consistentes, tersos (no arrugados) y tener una superficie limpia y con el
brillo típico de la variedad.
Los puerros se consumen hervidos,
generalmente en purés, o encurtidos en conserva.
La cebolla, el ajo y puerro son
muy ricos en sales minerales y de poco valor energético. Su característica mas
conocida, su picor, se debe al ácido sulfénico que, como su nombre indica,
contiene azufre. Los precursores de este ácido, presentes en el bulbo, tienen
efectos funguicidas, insecticidas, nematicidas y en humanos previenen la
ateroesclerosis. También se le reconocen benéficos en el tratamiento de
diabetes, cáncer y asma.
La cebolla se cultiva siempre al aire libre y tiene
distinto calendario de cosecha según se trate de cebolla dulce o picante.
Teniendo en cuenta que para su
consumo cruda se prefiere la cebolla dulce, en invierno se suelen comercializar
cebolletas, que son bulbos poco desarrollados de variedades dulces. En este
caso se suelen presentar en manojos de 3 a 5 bulbos con las hojas. Este tipo de
comercialización está teniendo tanto éxito, que se esta viendo cada vez más en
otras épocas que la puramente invernal.
En cuanto a los ajos los tipos
españoles son fundamentalmente dos: el Blanco que se cosecha al principio del
verano (siembra temprana: octubre) y el Morado (de las Pedroñeras, de Cuenca,
etc...) que se cosecha al final del verano (siembra tardía: enero)
De una forma general, el
consumidor tradicional de cebolla sabía que las variedades tempranas eran dulces
y tenían las escamas exteriores de color blanquecino o amarillo, mientras que
las variedades tardías eran picantes y con las capas exteriores de color
cobrizo. Las variedades más representativas eran respectivamente la Babosa
(también conocida como Valenciana temprana) y la Grano de Oro (o Valenciana
tardía o de exportación). Este ultimo apelativo nos viene a recordar que
nuestras cebollas se han exportado tradicionalmente a todo el mundo, donde eran
y siguen siendo famosas, de tal forma que, la primera se la conoce
genéricamente como White Sweet Spanish (Española Dulce Blanca) y la segunda
como Grano.
Por tanto, de una forma genérica,
para un consumidor tradicional las cebollas blanquecinas eran dulces y las
cobrizas picantes. Ocurre que, por problemas agronómicos que no viene a cuento
explicar, hace unos años se empezaron a introducir unas variedades híbridas
precoces, japonesas, muy parecidas a la variedad Babosa pero ¡ay! picantes. Y
ahí comenzó el lío, porque el consumidor comenzó a no poder seguir utilizando
el criterio de toda la vida: bulbo blanco, bulbo dulce. A esta ceremonia de la
confusión, a la que se apuntaron algunos agricultores y comerciantes, todavía
le faltaba un peldaño más. Este fue cuando algunos comerciantes comenzaron a
pelar cebolla cobriza, es decir, picante y una vez desprovista de las escamas
exteriores, es decir mostrando las túnicas blancas, la pretendieron hacer pasar
por dulce. El resultado actual es que el consumidor está muy mosqueado y
decepcionado. Y con razón. ¿Cuál es la solución? Que UD, como consumidor, exija
la denominación varietal al comerciante, sabiendo que si la variedad es, por
ejemplo, Babosa, UD tiene garantía de su bajo picor.
Aunque la lista de variedades
tradicionales españolas es muy numerosa pues prácticamente cada comarca ha
tenido su variedad, vamos a señalar las todavía mas conocidas.
Por fin nos quedan las moradas,
entre las que se encuentran dulces como ‘Sangre de buey’ y 'Campeny’ y picantes
como ‘Colorada de Figueras’, ‘Morada de Zalla’, ‘Morada de Amposta’, ‘Roja de
Molina’, ‘Vigutana’, El color morado de las cebollas, como en tantas otras
hortalizas se debe a la presencia de sustancias antociánicas, que son
antioxidantes naturales que en este caso podrían ser responsables de un sabor
un poco mas fuerte que en los bulbos que no los poseen.
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